Vicino Orsini en el jardín de Bomarzo

Ciertos lugares, ciertas épocas y personajes desatan la facultad imaginativa. La personalidad de Orsini es una de aquellas más ricas en posibilidades proyectivas. Su desmesura imaginativa se plasmó en los jardines de Bomarzo. A partir de esas extrañas esculturas, Manuel Mujica Lainez urdió su célebre novela, más tarde llevada a la ópera por Alberto Ginastera.

Pero la personalidad de Orsini continúa atractiva, activando el mundo fantástico de Clelia Speroni. Impone a sus fantasmagorías una distancia que enfría el horror que se presume, agazapado, en el elegante grafismo de su dibujo. Aún más, se sirve del montaje (al que llama díptico) para asegurar esa lejanía impuesta. Es un ejemplo de Vicino Orsini en el jardín de Bomarzo, dibujo a lápiz de grandes dimensiones, que acompaña estas líneas. Un mínimo toque de color crispa toda la superfcie.

La crueldad no es obvia, sino que se desliza sutilmente, con recursos netamente gráficos. En varias piezas, la figura humana es compuesta con cierta reiteración, no casual, de lo anatómico. Se diría que, con la resuelta precisión de una vivisección, antes que con el estremecimiento sensual transpuesto a la imagen.

Elba Pérez
Buenos Aires, Diario La Nación 1978