Es una dibujante de primer nivel y hace décadas (ya) que la conocemos. Transitó por etapas paulatinas que la llevaron a casi renegar de la realidad, aunque siempre la respetó, para llegar a esta muestra con una plenitud en la que no teme los desbordes. Puede tenerlos porque es una excelente técnica y se da el lujo de exagerar el cromatismo para que la realidad pueda “funcionar”. Porque lo que ha encarado Speroni es mayúsculo: volvió los ojos a la Italia de Carpaccio, de Giorgione, de Masaccio…y se animó a tomar secciones de sus obras más famosas y volverlas “contemporáneas”. Menudo esfuerzo, y mayúsculo asombro porque ha conseguido un resultado sin afectación, es más, parece divertirse al hacerlo porque lo que ha buscado es el espíritu gozoso de la creación; el clima de los talleres en que maestro y alumnos trabajaban fraguando hermosura. Lita Speroni fue tras ella, y hasta se retrató como una contundente Simonetta Vespucci, rubia y plena, llena de vida, y eso contagian sus pinturas: vida, la hermosa palabra que antepone a la más irremediablemente triste.
Albino Dieguez Videla
Albino Dieguez Videla