Deben ser escasos los profesores de dibujo y pintura que, como Clelia Speroni, definen su estilo de enseñanza en una sola frase: “Ninguno de mis alumnos sale del taller mimetizado con mi forma de pintar”. Está todo dicho.
Ella, que domina por igual la línea y el color –adquirió sólida formación sobre ambos aspectos en Europa y cursó estudios con Raúl Russo-; cuando de enseñar se trata tiene como premisa esencial el respeto por la sensibilidad individual.
En su taller-galería, que ocupa la planta baja de una amplia casona con garaje –transformado en centro de exposición para sus alumnos- a diario, aún en verano, se reúnen grandes y chicos para dar rienda suelta a sus impulsos creativos.
“Si bien mi formación es académica, con influencias de la escuela italiana, me he abierto a todas las corrientes y enriquecido con ellas. Por eso, bajo ningún punto de vista aquí promovemos la pintura automática. Se trata de buscar el propio camino, pero partiendo del buen manejo de las diferentes técnicas”, explica.
Ella, que domina por igual la línea y el color –adquirió sólida formación sobre ambos aspectos en Europa y cursó estudios con Raúl Russo-; cuando de enseñar se trata tiene como premisa esencial el respeto por la sensibilidad individual.
En su taller-galería, que ocupa la planta baja de una amplia casona con garaje –transformado en centro de exposición para sus alumnos- a diario, aún en verano, se reúnen grandes y chicos para dar rienda suelta a sus impulsos creativos.
“Si bien mi formación es académica, con influencias de la escuela italiana, me he abierto a todas las corrientes y enriquecido con ellas. Por eso, bajo ningún punto de vista aquí promovemos la pintura automática. Se trata de buscar el propio camino, pero partiendo del buen manejo de las diferentes técnicas”, explica.
De esta manera, cuando el recién llegado es neófito en materia de lápices y pinceles, atraviesa en primera instancia un período de ubicación en la realidad plástica, que incluye el dominio psicomotriz, la capacidad de observación y el manejo del espacio. La etapa, deja lugar a la inmersión en el universo del dibujo y la pintura, que abarca trabajos con carbonillas, pasteles, acuarelas, témperas y finalmente, óleos.
En cuanto al aprendizaje de los más chicos, Speroni indica que trabajan todo tipo de técnicas, desde cerámica hasta tintas y témperas, pasando por sistemas de pegado, escultura, manejo espacial y hasta llegan a rozar el arte de la carpintería.
“¿Cuál es el carácter distintivo de mi taller? Creo que su perfil más importante es la falta de ataduras a las corrientes que impone la moda; aquí se respeta la libertad y las necesidades de cada uno”. Antes de concluir la charla, Speroni realiza un expreso pedido: la mención de quienes, todos los días, construyen con ella ese mundo aparte donde reinan líneas y colores. Pues bien, el equipo que la secunda se integra con Karina Bastos, Gabriela Rambaldo, Olga Rodríguez y Omar Tegaldo.
Diario La Nación, enero de 1990
En cuanto al aprendizaje de los más chicos, Speroni indica que trabajan todo tipo de técnicas, desde cerámica hasta tintas y témperas, pasando por sistemas de pegado, escultura, manejo espacial y hasta llegan a rozar el arte de la carpintería.
“¿Cuál es el carácter distintivo de mi taller? Creo que su perfil más importante es la falta de ataduras a las corrientes que impone la moda; aquí se respeta la libertad y las necesidades de cada uno”. Antes de concluir la charla, Speroni realiza un expreso pedido: la mención de quienes, todos los días, construyen con ella ese mundo aparte donde reinan líneas y colores. Pues bien, el equipo que la secunda se integra con Karina Bastos, Gabriela Rambaldo, Olga Rodríguez y Omar Tegaldo.
Diario La Nación, enero de 1990